Puede parecer un secreto a voces, es que la realidad es la
realidad, aunque no se hable mucho al respecto, los
infieles siempre han existido desde que se tiene memoria. Tener un amante para
muchos es parte de su vida, del cuadro
que compone su mundo interior y también cotidiano.
Por ello dadas las circunstancias sanitarias de
distanciamiento social, la pregunta nace
desde el sentido común: ¿ Cómo se puede mantener una amante en cuarentena? Muchas
páginas por internet hablan sobre este tema y aquí te presentamos algunos
extractos de sus historias.
“Mañana cuando se vaya mi marido te llamo”, me dijo María el
domingo a la tarde. Tiene la suerte de que Ariel trabaja en un rubro exceptuado
del aislamiento social obligatorio: en Argentina son muy pocas las excepciones
para la cuarentena que se impuso desde el 20 de marzo y se va a extender, por
lo menos, hasta el 26 de abril. Así que tiene nueve horas por día para hablar
con su amante y, ahora, conmigo, una periodista que la contactó por Twitter. A
decir verdad, creí que iba a ser muy difícil encontrar gente que me quisiera
contar sus historias. Pero María, como el resto de las personas que busqué,
quiere hablar del tema. Más ahora, que está encerrada con sus hijos y su marido
sin poder ver a Eduardo, su amante hace más de una década y la persona a la que
más extraña del mundo previo al encierro.
Se conocieron en un foro de internet discutiendo sobre
economía y salieron “legalmente” por unos meses pero no funcionó. Hace cinco
años se reencontraron entre idas y vueltas. Justo antes de que se dictara la
cuarentena obligatoria en Argentina habían decidido separarse de sus actuales
parejas y jugársela por su amor: iban a hacerse cargo de eso que les pasaba y
oficializar su vínculo. Eduardo llegó incluso a planteárselo a su pareja
actual. María no, pero planea hacerlo. El momento no es el ideal. Así que por
ahora sigue secreto: ella lo agendó con el nombre de su socia para que no
parezca tan extraño si alguien lo ve, y tienen la regla de archivar los chats
de Whatsapp cada vez que termina una conversación. El sexting, cuando viene
acompañado de fotos o videos, siempre es por Telegram.
¿Cómo se mantiene un vínculo adulto y clandestino en épocas de cuarentena obligatoria? Ya de por sí vivir con una pareja en estos tiempos es complicado: hay poco lugar para la intimidad, poco aire, pocos momentos de soledad. Sumarle a eso un vínculo paralelo parece una misión imposible.
Smartphone obsession causing problems in marriages
“El otro día me encontré haciendo una fila en el
supermercado para poder hablar con él”, me dice Patricia. Tiene cuarenta y tres
años, vive con su pareja de hace catorce años junto con sus dos hijos y
mantiene una relación secreta con un compañero de trabajo hace más de cinco.
“Claro, hacer la fila es ese momento de tranquilidad en el que puedo hablar
sola”. En Argentina, las excepciones para salir son muy estrictas: las compras
las hace generalmente una sola persona, las filas deben mantener la distancia
social y la paranoia por el coronavirus lleva a que cada uno esté en su
universo. En este contexto, parecen las mejores condiciones para aprovechar
para llamar a un amante. Patricia y Esteban ya tienen su código, desde hace
mucho, porque él también tiene una familia con hijos.
Para iniciar la conversación, uno de los dos debe reenviarle
al otro un flyer de cualquier cosa: indicaciones de cuidados para el COVID-19,
información sobre un festival online, una campaña de donación para gente sin
techo, etc. Si el otro contesta, es que puede hablar en ese momento. Lo más
desagradable es cómo terminan las conversaciones: muchas veces es él el que
repentinamente le dice “me tengo que ir, un beso”, porque alguno de sus
familiares está cerca.
Patricia es activista feminista y vive bajo contradicciones
muy fuertes a raíz de su relación con Esteban. Sabe que del otro lado hay una
mujer, que también es madre como ella, y que hay un engaño. Pero le sucede otra
cosa: recién a los treinta y nueve encontró a alguien con quien cumplir sus
fantasías, con quien explorar su deseo, y quiere seguir haciéndolo.
“Mi marido y yo decidimos hace un tiempo hacer una
separación paulatina, que tenía como fecha el mes de mayo, lo pensamos para
organizarnos con la economía, los chicos, los trabajos”, cuenta. Pero su amante
no tiene ningún plan de separarse de su mujer: Patricia explica que él está
cómodo con su modelo de familia y no lo va a resignar. Pero que sí se desespera
por verla. Antes de la cuarentena se veían con mucha frecuencia en hoteles,
casas de amigos que les prestaban, plazas, bares. Hablaban a la hora que él iba
de su casa al trabajo, todas las mañanas. “Ahora, nuestro vínculo depende de
internet”, se queja Patricia. “¡Las llamadas eróticas son desde el baño de mi
casa!”