La Conmebol anunció con bombo y platillos la noticia de que Sudamérica sería parte del Mundial 2030, en conmemoración del centenario del torneo. Sin embargo, bajo el brillo superficial de este anuncio se esconde una realidad diferente. La FIFA, en un comunicado posterior, dejó en claro que España, Portugal y Marruecos serán las sedes oficiales del campeonato mundial, y que Sudamérica solo organizará tres partidos como un gesto de generosidad.
El sueño de organizar un Mundial completo en Sudamérica siempre fue una propuesta poco realista debido a las limitaciones económicas y de infraestructura de la región. La Conmebol nunca hubiera logrado obtener los votos necesarios ni la inversión requerida para ser la sede principal del torneo. En lugar de presentar la noticia de manera honesta, la Conmebol optó por darle un barniz de conquista y éxito a una derrota segura. La FIFA, consciente de los mercados que generan mayores ingresos, otorgó solo tres partidos a Sudamérica, lo que representa una fracción insignificante de los 104 partidos que se jugarán en el torneo.
¿Chile no formaba parte de una tetra organización? Sí, desde febrero de 2019 estaba incluida, pero Domínguez la barrió culpando a la FIFA de la decisión. Huele a circo y zafarrancho, explica el periodista del medio La Nación, Cristian Grosso en su columna.
El núcleo económico del fútbol actual se encuentra en Medio Oriente, Europa y Estados Unidos, y Sudamérica es considerada una orilla distante en términos de rentabilidad. La narrativa de la gesta y el triunfo utilizada por la Conmebol para describir esta situación es, en última instancia, una estrategia de distracción. La verdad es que Sudamérica no estaba destinada a ser la sede principal del Mundial 2030, y la FIFA simplemente hizo una concesión sentimental sin desviar su enfoque de los mercados más lucrativos.
En lugar de crear una narrativa ficticia, habría sido más apropiado reconocer que organizar estos tres partidos tiene un valor simbólico debido a la rica historia futbolística de la región. Esta habría sido una explicación más honesta y noble. La decisión de la Conmebol de presentar esta noticia como una gran victoria solo huele a un espectáculo de relaciones públicas. El Mundial del Centenario, dividido en fragmentos, confirma la habilidad de la FIFA para contentar a todos, siempre y cuando no afecte sus ganancias. Esto refleja la realidad actual del fútbol, donde el dinero prevalece sobre el romanticismo y la historia.
En conclusión, la narrativa mítica y grandiosa utilizada por la Conmebol para describir su participación en el Mundial 2030 es una distracción de la realidad económica y comercial que guía las decisiones de la FIFA. El relato mitológico podría haberse evitado, ya que el pulso económico es innegable, pero la exageración del éxito solo agrega más drama a una historia que en realidad es bastante simple.